MIs Dibujos

Posted 10 sept 2009 by Faby

Noche mágica de luna llena

Posted 21 ago 2009 by Faby
" Noche mágica de luna llena "
Minific basado en "La vision de Escaflowne"
By Fabiana Tagle

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N de A: Se recomienda su lectura solo sí has visto toda la serie, si no se te va a aguar parte del final...
Avisado estas ^_^

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-- “Un día más... solo un día más”--

Todas las mañanas me digo lo mismo, pero cada vez se hace más difícil levantarme... ¿Porqué cada día se convirtió en un calvario? ¿Desde cuando dejé de disfrutar el placer de estar viva? Si lo sabía… Dos mundos distintos, dos corazones lejanos... no pueden unirse por mucho que se amen. Ese es mi triste destino.

Suspirando largamente, volteo con mis piernas esta sabana molesta que se enreda en mi cuerpo atrapándolo...
No puedo dormir. Doy vueltas una y otra vez en la cama y definitivamente no consigo descansar. Aunque quiera... Y te extraño, con locura. No he dejado de extrañarte ni un solo momento desde que regresé.

Me aferro a la almohada con desesperación, al tiempo que mi cuerpo se hace un bollito en la cama. Mis ojos verdes esmeraldas se llenan nuevamente de lágrimas, mientras siento una terrible opresión en el pecho que me impide casi respirar... ¿Porqué todavía te amo tanto?

Angustia y dolor se mezclan dejándome abatida. Triste... Solitaria... Perdida...
En noches como esta te extraño más que nunca. Noches de Luna llena... plateada... silenciosa... serena...
Luna mística que destella hipnotizándome con su magia y que solo logra hacerme pensar en ti.

A veces me pregunto sí tomé la decisión correcta, aunque en el fondo mi corazón sabe que si lo fue. Quizás hubiera sido mejor quedarme a tu lado, disfrutando de tu compañía. Ayudarte a reconstruir tu ciudad. Tu reino... Tu corazón...

¿Porqué hoy no puedo evitar recordarte?...
Recordar tus ojos rubí perdidos en los míos, tus manos húmedas abrazándome, conteniéndome... Haciéndome sentir ese cálido sentimiento que golpea una y otra vez en mi corazón. ¡Oh Dios, como me gustaría estar a tu lado ahora!

Por fin decido ponerme de pie. Me acerco lentamente hasta la ventana para abrirla. ¿De qué sirve quedarme en la cama sino consigo dormir?...
La brisa fresca me hace sentir un ligero escalofrío, mientras llega a mi rostro despejándolo de preocupaciones. Trayéndome también el recuerdo de aquella otra brisa fresca que golpeaba en mi rostro al viajar a tu lado...

Me apoyo en la ventana para contemplar el cielo estrellado. Disfruto el ligero aroma a primavera que reina en el aire. Me cruzo de brazos, dejando descansar mi cabeza abatida entre ellos... Densas lágrimas brotan de mis ojos humedeciendo mi rostro, llenándolo aún más de tristeza. Tal vez debería llorar hasta cansarme. Debería descargar toda mi angustia, pero hoy parece que no puedo...
Sé que te prometí que saldría adelante, que seguiría mi vida sola, pero duele estar lejos. Duele demasiado y no puedo seguir así…

Me pregunto que estarás haciendo ahora. Te imagino sentado, quizás contemplando la luna fantasma y tal vez pensando un poco en mí... Tu cabello negro meciéndose con la brisa fresca del bosque, tu suave piel resplandeciendo con la luz de la luna intensificando tus facciones, tus ojos algo tristes perdidos en el cielo. Y tu perfume... Cuantos recuerdos se agolpan de pronto en mi mente, sí me parece estar oliéndolo ahora mismo, sentir tu piel cerca de la mía... tu calor...


-- “Hitomi, hija... ¿No puedes dormir?” -- Pregunta preocupada una voz femenina que conozco muy bien.

-- “Perdóname mamá... No te preocupes por mí, estaré bien...” -- Respondo tratando de disimular mi angustia y creo que funciona porque siento unos pasos ligeros que parecen querer alejarse de la puerta de mi cuarto.

-- “Está bien querida... Buenas Noches... que duermas bien...” -- Me dice a medida que se aleja hacia su habitación.


Por momentos creo que ella sabe más de lo que aparenta, nunca me ha dicho nada al respecto, pero a veces la encuentro mirándome algo angustiada, con la mirada perdida, como si en el fondo supiera de ese planeta misterioso suspendido entre la luna y el cielo y también de este gran amor que guardo en lo mas profundo de mi corazón...

Una vez que se aleja del todo, regreso a mis pensamientos, a mis meditaciones, mientras las nuevas lágrimas insisten a caer copiosas... De pronto, cuando mis ojos creen que no quedan más lágrimas por derramar, una pequeña pluma cae volando de la nada... mágica, etérea, como si quisiera decirme algo más con su presencia.

-- “Vannnn” -- Susurro asombrada invocando su presencia aunque sea con mis pensamientos. Levanto mi mano trato de alcanzar la pluma blanca.

Me pongo de pie asombrada enjuagándome las lágrimas con el envés de mi mano. Logro tomarla suavemente entre mis dedos y se desvanece tan rápido que aún no me lo creo, sin dejar rastro alguno, convirtiéndose en luz...

Un destello casi tan brillante como el que me transporto a Gaea aquella vez... La luz cálida me envuelve por un momento. Bloqueo los ojos con fuerza cuando siento un ligero cosquilleo en la piel.
Al instante, una lluvia de vaporosas plumas blancas vuelan por mi cuarto de manera mágica... Unos fuertes brazos me toman por la espalda y me sobresaltan... Abro mis ojos verdes asustada, solo para encontrar las líneas de tus facciones dibujándose frente a mí, completando asombrosamente tu rostro añorado.


-- “¿Van?” -- Le pregunto asustada entre un suspiro ahogado por la emoción y la expectativa.

-- “¿Porqué lloras?” -- Me dice por fin, mientras siento su mano acariciar mi rostro, todo esto es tan extraño que no consigo saber sí realmente está o no a mi lado.


Su voz suena como la más dulce de las melodías... -“Al fin estás otra vez junto a mí”... -- Pienso abalanzándome entre sus brazos... Puedo volver a sentir su perfume, ese aroma que tanto he añorado.
Entonces siento sus dedos enredándose en mi cabello castaño, recorriéndome con dulzura y avidez el rostro, solo para levantarlo y hacer que lo mire a frente a frente a los ojos.


-- “Ya no llores...” -- Me dice con suavidad enjuagando mis lagrimas -- “Yo siempre estaré contigo... Aquí... – Dice acercándose a mi corazón – Yo vivo aquí, en tu corazón y allí nadie nos podrá separar” -- Repite tomando mi mano, apoyándola contra su corazón - “Tu también vives aquí... y de aquí, nadie te va a quitar” --


Puedo sentir cada uno de sus latidos, su cálida piel tiembla bajo mis dedos. Su corazón acelerado acompasándose con el mío...
¡¡¡Cuánto extrañaba sus brazos!!!...
Entonces en un impulso me refugio nuevamente entre ellos, sintiendo su cara buscando la mía, mientras tu nariz acaricia mi mejilla sonrojada y sus labios tibios, se posaban en los míos en busca del beso que ambos hemos anhelado por mucho tiempo…

Un beso... no sabía cuanto lo había deseado hasta este momento. Labios tibios, bocas anhelantes, suspiros ahogados… deseos de más. Cuando creí que el beso se iba a intensificar, que mi boca aprendería de la suya, sus alas se extendieron de pronto y desapareció nuevamente en la luz ante mis ojos incrédulos, dejando volar una nueva lluvia de plumas blancas que se asemejan a pequeños copos de nieve cayendo por doquier.

Me asomo de nuevo a la ventana para contemplar otra vez la luna... Nuevamente caigo bajo su hechizo... Del cielo, una nueva pluma cae lentamente hasta posarse en mis manos y esta vez no desaparece... Pequeña pluma blanca... radiante... mágica...
Contemplo la luna por última vez mientras sonrío feliz, afirmando la pluma entre mis dedos, en ese momento regreso a mi cama para esta vez dormir soñando con él.

Creí que me pondría triste otra vez, que la angustia me ganaría de nuevo y sin embargo no es así, la cálida luz llenó de esperanzas mi corazón y la pluma es mudo testigo de mi deseo mas anhelado... Sonrío y suspiró balbuceando suave palabras que se lleva el viento y que no son más que mis sentimientos más profundos.

-“Algún día... en algún lugar... nos volveremos a encontrar y esa vez, este amor romperá la barrera del cielo, uniéndonos por fin para no volver a separarnos, jamás” -


************* FIN*************

La desición del corazón - Capitulo 1

Posted 19 ago 2009 by Faby

La decisión del corazón
Fan Fic basado en Candy Candy
Por Fabiana Tagle


Capitulo 1

El joven que olía a rosas


La primavera llegó una vez mas a Lakewood. Había pasado ya un año desde que Candy se enterara que su Tío abuelo Wiliam no era otro que su querido Albert.

Estaba de vacaciones en el hospital y Albert la había invitado a pasar su estancia allí para que descansara en su casa de Lakewood, aquella que le traía tantos recuerdos buenos y malos, algunos algo dolorosos...
Ella había aceptado de inmediato al saberse en compañía de aquel, quien se había convertido en un hombre de negocios y cabeza de la familia Ardley.

También iba a disfrutar estar en cercanía con su querido Hogar de Pony, en donde había pasado su infancia y al que consideraba aún su hogar.
Candy visitaba seguido a la Señorita Pony y la Hermana María, lo hacía cada vez que podía, realmente se sentía en casa, en ese hogar tan deseado que desde niña había aprendido a querer y respetar.

Pero esa mañana se quedó a descansar en la mansión. Era una mañana despejada y llena de cantos de pájaros que se dejaban oír aquí y allá retumbando en el aire. Candy, fiel a su estilo, vestía sencillamente con un vestido rosa pálido con unas pequeñas flores violetas, tan suaves que pasaban desapercibidas si no las observabas de cerca, casi se confundía entre los rosales y las flores en el prado...
Se había vuelto una mujer muy bonita, con su cabello rubio, largo y alborotado, recogido de la cara con una pequeña cinta rosada. Así, sostenido casi con descuido… ella nunca le había prestado demasiada atención a esos detalles, le parecían sin importancia y sin embargo a pesar de ellos había florecido como mujer.

La verdad es que lo que no había cambiado nada era su carácter, seguía tan alocada y rebelde como siempre y lo peor de todo es que seguía trepándose a los árboles como una niña pequeña... Costumbre que aterrorizaba a la Tía Elroy y a las sirvientas de la mansión pero que divertía soberanamente a Albert, quién compartía en secreto esa pasión con ella cada vez que podía...

Esa mañana se había subido a uno de esos árboles, claro que ya no era tan niña y no tenía la misma habilidad, pero se las ingeniaba de todas formas para hacerlo para disfrutar de la vista que le ofrecía el enorme roble del jardín trasero de la mansión.
Tratando de no rasgar su vestido como siempre, se había subido hasta la rama que más le ofrecía un lugar ameno para descansar. Se sentó allí con la mirada perdida hacia un lago no muy lejano, sumiéndose en sus pensamientos y sus recuerdos...

--"Terry"... -- Pensó de repente...

Aquel joven que conoció en la escuela, lentamente se había ido borrando de su corazón a sabiendas de que no podría hacer otra cosa, su sufrimiento se había ido poco a poco diluyendo y convirtiéndose en un recuerdo atesorado...
Ante la vista de ser un imposible y su inminente compromiso con Susana Marlone, su corazón le había guardando lugar para el recuerdo de un gran amor y no para los momentos tristes que los habían embargado desde aquella visita tan accidentada en Nueva York.
Luego aquel día que lo volvió a ver en el teatro ambulante donde pudo comprobar en que se había convertido, supo a ciencia cierta que nunca más estarían juntos, pese a lo mucho que se amaban todavía...

Él había recuperado las riendas de su vida y ella debía hacerlo también.
Su rostro se entristeció recordando lo sucedido con Terry, sus ojos se tornaron tristes y lagrimeantes, tampoco pudo evitar cierta opresión en el pecho...
En ese momento visualizó una figura se iba acercando hasta allí, distrayéndola de su tristeza. Era un hombre alto que se acercaba, de cabello rubio que se movía con el viento, caminando con paso firme hacia donde estaba ella. Candy lo observó pensando en seguida que sería Albert, pero al mirarlo fijamente se dio cuenta que no era él, definitivamente se le parecía pero no era él...
Intrigada por aquella extraña figura se estiró un poco mas para poder ver bien de quien se trataba, pero no se dio cuenta que la rama donde estaba apoyada comenzaba a quebrarse, para terminar de romperse del todo, dejándola caer desde una gran altura.


-- ¡¡¡¡¡¡¡AYYYYY!!!!!!! -- Gritó desesperada, esperando tal vez que alguien la socorriera.


Pero la ayuda no llegó de inmediato. Candy yacía inconsciente al pie del árbol, sin lastimaduras aparentes pero sí con un buen golpe en la cabeza.
Aquel hombre extraño, la había visto caer y corrió hasta ella para ayudarla, pero fue demasiado tarde, Candy ya había caído. La levantó entre sus brazos para llevarla a la mansión lo más rápido que podía.

Entre sueños ella había reconocido el olor de ese extraño quien la llevaba entre sus brazos, olía a rosas, iguales a las “Dulce Candy” de Anthony. Aquello cada vez se ponía más raro... creyó que el golpe había sido más fuerte de lo que pensaba en un principio, ya que aún no podía abrir los ojos y no es que le molestara, esa persona la hacía sentir muy protegida.
Aquel aroma le trajo los más bellos y amargos recuerdos a la vez, se sentía de nuevo una niña de doce años corriendo por entre los rosales y charlando con quien fuera su primer amor y su primer gran dolor...
No sabía quien ese hombre, pero deseaba despertar para verle la cara y agradecerle su ayuda...


Candy yacía recostada en su cama y lentamente iba recuperando la conciencia. Reconoció de inmediato que estaba en su habitación y eso la tranquilizó. Sus ojos se posaron entonces en una figura al lado de la ventana. Una figura masculina que estaba de espaldas a ella parecía estar esperando que despertase... pero a la vez, él tenía la vista fija contemplando aquel bello jardín el cual resplandecía de rosas blancas, “Dulces Candy”… en flor.


-- ¡Albert! -- Lo llamó suavemente, creyendo reconocer a aquel joven rubio

-- ¿Ya estás despierta querida Candy? Debes descansar, lo dijo el médico, te has dado un buen golpe -- Dijo él con una voz que Candy no había oído desde ya hace bastante tiempo atrás…


Se incorporó para verle el rostro, él no era Albert... definitivamente no era él, entonces ¿Quién era que lucía como él? ¿Quién podría parecerse tanto a su Albert?
Los ojos de Candy se abrieron grandes e inquisidores al tiempo que el joven salía de la intensa luz de la ventana que lo alumbraba y no dejaba ver bien su cara.

Su pelo estaba más corto que el de Albert, sus ojos azules, de un azul más claro... casi como el del cielo, tenía una sonrisa franca cruzando su rostro, su piel blanquecina como la nieve, vestía muy elegante: con una camisa blanca y unos pantalones negros de un corte que se amoldaba gracilmente a su cuerpo, dándole un toque de estilo... Pero por sobre todo, se percibía en la habitación que su piel despedía una fragancia tenue a rosas...


-- ¡¿Anthony?! -- Murmuró un tanto asustada.


En la cara de Candy se reflejaba una mezcla de asombro con miedo ¿Era tal vez el golpe que la hacia imaginar cosas? No podía ser verdad... Anthony había muerto hace muchos años ya. No, sencillamente tenía que ser alguien más


-- ¿Quién eres tú? -- Preguntó llevándose sus manos a la cabeza en actitud confundida, intentando poner en orden sus pensamientos mientras que las consecuencias del golpe comenzaban a manifestarse.

-- Pero Candy... Si tú misma lo has dicho... soy yo Anthony, ¿no me recuerdas?... -- Respondió él con cara de preocupación sin entender bien que sucedía con la joven, que lo miraba con esa extrañeza.

-- ¡NO! Es mentira... ¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!... Anthony murió hace bastantes años atrás, tú no puedes ser Anthony... -- Gritó ella con desesperación y lágrimas en los ojos reviviendo el sufrimiento de la caída de Anthony de aquel caballo.

-- ¿Pero qué dices Candy?... Yo estoy aquí... ¿Qué te sucede? ¿Fue tan duro el golpe que te has dado que ya no me recuerdas?

-- No... No es verdad... ¡No!... ¡No puedes ser mi Anthony!...

-- Pe... pero Candy... -- Balbuceó él con desconcierto.


Candy empezó a asustarse y a agitarse demasiado, por lo cual la mucama encargada de ella al verla tan alterada, llamó nuevamente al doctor...

Candy entretanto acercó su mano lentamente a la cara del joven, para comprobar si era verdad o simplemente un sueño del cual no podía despertar. Al tocar la cálida piel, comprobó que era verdad. Era Él... no era un fantasma sino alguien real...
Él tomó su mano entre las suyas y la llevó a sus labios, dándole un pequeño beso en la palma, y con la otra mano le ofreció una pequeña rosa blanca.
Candy la tomó entre sus manos y con las lágrimas brotando de ambos ojos rompió en un llanto desesperado una vez más, balbuceado entre suspiros unas palabras suaves…

-- Anthony... yo creí que... yo... yo creí... que... tú... -- No había podido decir más nada porque se desmayó entre sus brazos, la rosa resbaló de sus manos deshojándose apenas mientras iba cayendo en el suelo por la presión inconsciente que le dio su mano nerviosa al estrujarla.
Él la acomodó con suavidad en la almohada y salió corriendo en busca del doctor, quien estaba esperado para hablar con Albert quien estaba al llegar.


-- ¡Por favor Doctor! Venga rápido, se ha desmayado otra vez, además no sé que le sucede, parece no recordarme y no recordar nada -- Le explicó con rapidez

-- Me lo temía, un golpe tan fuerte… es normal que tenga amnesia temporal – Respondió el doctor corriendo a la par de Anthony.


Candy, desmayada, no sabía distinguir entre su realidad y un hermoso sueño

Albert había regresado de inmediato al saber del estado de salud de Candy.
George lo ubicó enseguida al enterarse por el ama de casa, lo sucedido en la mansión Ardley.

En la casa, él doctor terminó de revisarla por segunda vez, dejándola descansar, cuando al salir se encontró con un Albert muy preocupado que lo esperaba para charlar...
Ambos se habían dirigieron hasta el estudio para sentarse en prevacía. Una vez allí, el rubio le ofreció algo de beber para tomar luego el lugar detrás del escritorio, terminando los formalismos Albert inquirió al medico muy preocupado por su pupila.


-- ¿Qué le parece Doctor? ¿Es grave el golpe de Candy?

-- Aparentemente no... Yo más bien diría que a simple vista, el golpe no tendría que tener ninguna complicación, ni consecuencia grave... Pero me tiene muy preocupado lo que me ha dicho su sobrino...

-- ¿Anthony? -- Interrumpió Albert.

-- Si creo que ese es su nombre... Bueno según él, dice que apenas le reconoció y que para colmo insiste en decir que él está muerto... Esa reacción no es normal y es la que me tiene preocupado.

-- Mmmm... ¿Qué entraño?... La verdad es que Anthony si tuvo un accidente cuando él y Candy eran chicos…. ella se siente un poco responsable por lo que pasó. Mi sobrino estuvo viajando con su padre por el exterior para recuperarse totalmente de aquel accidente.

-- Pero eso no explicaría porque lo imagina muerto. ¿No le parece? Se podría decir que ella esta en estado de shock... pero sigo sin explicarme el porque.

-- Anthony estuvo varios años en el extranjero, recién regresa después de casi ocho años, por eso que toda la familia Ardley vendrá a verle y se hará una fiesta en su honor... Ella desconocía su llegada... Quizás Candy ha sufrido un shock al verle... Sin saber nada, sería lo más lógico ¿verdad?

-- Mmmmm... Es posible, ahora que me lo dice ese puede haber sido la causa de la amnesia... habrá que decirle las cosas lentamente y sin atosigarla hasta que se recupere totalmente... ¿Quién cree es la persona más cercana a ella?

-- Creo que soy yo... Sin duda, soy yo -- Afirmó Albert.

-- Entonces creo que debe ser usted quien hable con ella ni bien se despierte, debe tranquilizarla y explicarle lentamente las cosas.

-- Como diga... no hay problema... Haré cuanto sea necesario por el bienestar de Candy.

-- Entonces creo que llegó la hora de retirarme. Veo que mi paciente queda en muy buenas manos, se ve que usted se preocupa mucho por ella, así que cualquier cosa extraña que suceda me llama inmediatamente y vendré a verla.

-- De acuerdo, le agradezco que haya venido tan rápido, lo acompaño hasta la puerta.

-- Gracias Señor William.


Albert lo acompañó hasta la puerta de la mansión y se despidió del medico. Echo una mirada furtiva hacia las escaleras. Estaba preocupado el estado de salud de su pupila...
En realidad sabía que la llegada de Anthony la iba a poner un poco nerviosa, convengamos que hacía mucho tiempo que ellos no se veían y tanto ella como su sobrino habían cambiado mucho. Ambos habían crecido y cambiado, Candy se había convertido en una mujer muy hermosa y muy hacendosa y su sobrino en un joven de provecho, apuesto y serio.

Albert por su parte le estaría eternamente agradecido con Candy por haberle salvado la vida cuando aquella vez había perdido la memoria y por sobre todo por devolverle las ganas de vivir...
Albert sabía que la relación entre él y Candy se había vuelto demasiado estrecha, al punto de que muchos murmuraban cosas de ellos. Él no le prestaba atención a los chismes, a decir verdad no le importaban.

En realidad le costaba muchísimo acercarse de nuevo a ella. La verdad es que desde la época en que había estado viviendo con ella había empezado a sentir cosas por Candy y las había tratado de reprimir en su corazón, primero por lo de Terry y segundo por su sobrino. Estaba seguro que tipo de atracción que podía llegar a sentir Candy por Anthony, más al volver a verle después de tanto tiempo.

Candy había sufrido mucho cuando Anthony decidió irse con el padre para hacerle compañía luego del accidente del caballo. Tal vez desde entonces su cuñado se sintió con la obligación de acercarse más a su hijo, para no perderlo antes de tiempo como alguna vez perdió a su esposa. Luego Candy la había pasado muy mal cuando amorosamente le escribía y Anthony no le contestaba, tanto le dolió que ella pensó que le estaba molestando y al tiempo dejó de hacerlo.

Albert sabía muy bien a que se arriesgaba… pero Candy le necesitaba, ahora más que nunca y aunque tuviera que retener una vez más los sentimientos que habían crecido dentro de él, no podía dejar de ayudarla…
Se acercó lentamente a la habitación golpeando suavemente la puerta, al ver que nadie le respondió decidió entrar, a sabiendas de que ella aún seguiría dormida.
Acercó un sillón hasta el costado de la cama y se sentó, colocando sus manos cruzadas para sostener su cabeza y observándola con una mezcla de cariño y un dejo de preocupación.

En tan solo un año había cambiado bastante y su belleza había aumentado más desde que él le confesara ser el Tío Abuelo Wiliam. Su relación se volvió aún más estrecha que antes. Él era su compinche, su confesor y trataba de protegerla siempre, aunque eso enfureciera a la tía Elroy quien seguía sin aceptar a Candy. A pesar de todo lo que había hecho por Albert, esa era la única cosa que no había podido lograr.
Aunque lo intentara con todas sus fuerzas nunca pudo lograr que ellas dos se acercaran, mucho menos que la tía la aceptara, era casi su cuenta pendiente... De todas formas él seguía protegiendo a Candy y no dejaría que nadie la hiriese otra vez...

Se puso de pie y se acercó lentamente a la cama. Con su mano despejó de la cara de Candy un rebelde mechón rubio que la cubría ligeramente. El contacto con su rostro se sentía suave y cálido. No pudo reprimir sus ganas de hacerle unas caricias con el reverso de su mano. Candy sintió esa caricia suave en su rostro y se sintió protegida una vez más, como si conociera inconscientemente aquellas manos que la acariciaban y la protegían. Poco a poco fue despertando tranquila.
Cuando vio a Albert se emocionó, aún estaba perturbada por lo que le había pasado, con lagrimas en los ojos se echó a sus brazos.


-- ¿Albert? ¡Albert!... ¡Qué horrible pesadilla!... ¡Qué suerte que estas aquí a mi lado!

-- Cálmate Candy, no te preocupes más... Me quedaré aquí junto a ti -- Dijo él respondiendo al abrazo con cierta sensación de placer.

-- Pero... ¡Era Él... Era Él!... ¡Anthony!... Estoy segura que era Él -- Gimió ella

-- Debes calmarte... Te has dado un tremendo golpe al caerte de ese árbol, cuéntame que fue lo que te pasó... Despacio, dímelo todo.

-- Estaba sentada en el árbol, cuando vi un hombre y pensé que eras tú, pero... Era Él... Anthony... Es que... ¡Oh Albert!... Es que... ¿Acaso me estoy volviendo loca?

-- ¿De que hablas?... No te entiendo ¿Quien era él?

-- Anthony, mi Anthony... que huele a rosas, el hijo de Pauna, el Anthony que vi caerse de aquel caballo, mi Anthony -- Lloriqueó alterándose.

-- Por favor, quiero que te calmes y me escuches -- Susurró Albert enjuagándole las lagrimas con la palma de la mano y mirándola a los ojos.

-- ............ -- Candy parecía un pollito mojado en busca de protección que se acurrucó en aquellos brazos que mas de una vez habían guardado sus lagrimas de dolor.

-- Anthony no está muerto... No sé porque tú crees que sí. Tal vez el golpe te esté jugando una mala pasada, pero es así... Él se encuentra bien y está aquí en Lakewood

-- ¿Anthony está vivo? ¿Será eso posible? -- Se preguntó más tranquila dejando de llorar.

-- Si Candy, tal vez fue culpa mía, debí advertirte que él vendría... Pero quería darte una sorpresa y creo que la sorpresa me la he llevado yo con tu caída – Bromeó suave riendo para tratar de suavizar la situación y calmarla.

-- Mi cabeza da vueltas... ¡Qué daño me he hecho! --

-- Si mi pequeña tarzana, te has dado un buen golpe... -- Rió él.


Ante la mención de la palabra “Tarzana”, vino a la mente de Candy la voz de Terry diciéndole “Mi tarzana pecosa” y no pudo evitar sentir nostalgias por aquella persona que la llamaba así. Una lágrima de un dolor encerrado por mucho tiempo corrió por su mejilla.


-- Terry... -- Murmuró con una voz casi imperceptible pero que Albert escuchó.

-- Perdóname Candy... no me di cuenta... No hago más que traerte malos recuerdos cuando mi intención es consolarte, soy un tonto... -- Se reprochó Albert poniéndose de pie de golpe, jalando una de las cortinas y dando un golpe de rabia contra la pared.

Candy enjuagó su rostro y lo llamó suavemente.


-- ¡Albert! Ven por favor... No te preocupes, fue solo un recuerdo reprimido del pasado... No es nada grabe… pero si hay cosas que no entiendo... Sí Anthony estaba vivo, ¿dónde estuvo hasta ahora? --Preguntó llena de curiosidad.

-- En Europa... De viaje con su padre, ¿no recuerdas?... Después del accidente quedó mal herido y se estuvo recuperando en Ginebra por dos o tres años y luego viajó con el padre. Yo quería darte la sorpresa de que volvieran a encontrarse después de tanto tiempo... pero ya ves... la sorpresa me la diste tú.

-- Pero... ¿Cómo es que no recuerdo nada?

-- No lo sé querida Candy, solo sé que él doctor me ha dicho que recordarías todo poco a poco.

-- La cabeza me da vueltas...


Candy extendió su mano para que él la acompañara. Él se sentó en la cama a su lado y ella nuevamente lo abrazó con fuerza, casi podía oír el corazón de Albert, que latía con fuerza por debajo de aquel traje gris que ocultaba un joven hombre lleno de vida y con secretas ganas de contarle su verdad...


-- ¿Te sientes mejor? -- Preguntó dulcemente.

-- Un poco... Ya no sé que es verdad y que no... pero creo que de a poco me acostumbraré.

-- Lamento decirte que todo el Clan Ardley estará aquí en unos días, la Tía abuela llega mañana, así que deberás soportarla.

-- ¡Buf! ¡Que mala pata! -- Jugueteó riendo Candy y mirándolo con picardía.

-- Y se pondrá peor porque también vendrán los Legan ya que ella los ha invitado, lo siento pequeña no he podido evitarlo, aunque quise, me fue imposible evitar su desagradable visita -- Se excusó Albert.

-- No importa, siempre y cuando no me abandones por un solo momento...

-- No te preocupes... no lo haré, estaré siempre a tu lado es un honor para mí que mi pupila me acompañe y me enorgullezca, es un placer mostrar frente a toda la familia en la hermosa dama que te has convertido, eres una gran mujer Candy.

-- Gracias -- Dijo sonrojándose levemente pero muy feliz de saber que Albert estaba orgulloso de ella.

-- Aparte he invitado a Patty y a Annie para que te hagan compañía, y por supuesto Archie, Stear y Anthony también estarán contigo, como siempre.

-- ¿STEAR? -- Candy volvió a sentir que la habitación daba vueltas a su alrededor.

-- Si... ¿No me digas que también creías que Stear estaba muerto?.


La rubia pecosa no podía responder, ya no sabía que pensar. Sí era un sueño... ¿porqué no despertaba de una vez? Todo se ponía cada vez más extraño. Solo una cosa estaba igual siempre, su Albert era el mismo y eso la tranquilizaba.
Anthony y Stear vivos... Demasiado lindo para ser verdad... pensó.
Su cabeza ya no distinguía de la realidad que vivía y este que parecía un hermoso sueño.


-- Es mejor que te deje descansar, es demasiado para ti, aún no te recuperas bien... -- Habló preocupado por su reacción acerca de sus sobrinos...

-- Está bien Albert, me siento mejor... Solo me duele la cabeza y no recuerdo muchas de las cosas que me pasaron, pero lejos de eso estoy bien.

-- Mejor así, pero igual debes descansar, mañana será un día aún más duro que el de hoy.


Unos golpes en la puerta cortaron la conversación distrayéndolos, Albert se acercó hacia la puerta y salió al pasillo a hablar con alguien.


-- Tío... ¿Cómo se encuentra Candy? -- Preguntó un muchacho.

-- Mejor Anthony, está saliendo lentamente del Shock…

-- Me gustaría verla ¿Podría pasar? Ya es tarde y no quisiera irme a dormir sin saludarla y saber que está bien del todo – Insistió.

-- Mmmmm... No lo creo conveniente. Aún está muy shockeada... fue un golpe fuerte y perdió muchos recuerdos, entre ellos el tuyo.

-- ¡Por favor tío Albert! Hace más de ocho años que no nos vemos -- Rogó Anthony.

--Le voy a preguntar a ella si está en condiciones de verte ¿Esta bien? -- No podía negarse a su sobrino, menos cuando lo miraba con los mismos ojos que le ponía su hermana Pauna, sobre todo cuando deseaba que él hiciera algo que no quería.

-- Sí claro.


Albert volvió a ingresar a la habitación. Se sentía un poco celoso de su sobrino, él hubiera querido estar a solas con ella por un rato más, pero sería Candy quien debía decidir si ver o no a Anthony.

Sentía miedo que aquel viejo sentimiento entre ellos volviera a nacer. Era la primera vez en mucho tiempo que en su corazón sintió que podía llegar a perder a Candy...
Candy había querido realmente a Anthony cuando eran chicos y había sufrido mucho con su partida... no seria nada extraño que algo naciera entre los dos nuevamente. En ese momento la duda de algo lo atormentó ¿La sacaría Anthony de la tristeza que Candy sentía cuando se recordaba a Terry?... porque a pesar de sus largos esfuerzos el no había podido evitar que eso le sucediera...


-- ¿Quién era Albert? -- Preguntó Candy curiosa.

-- Es Anthony y quiere verte.


Ante la posibilidad de volver a encontrarse con él después de tantos años, su corazón se aceleró, el recuerdo de aquel amable joven entre las rosas la estremeció de la cabeza a los pies... Aquel quien había llegado a su corazón con tan solo su sonrisa... Sus mejillas se tornaron rojas, su corazón empezó a palpitar con violencia y el deseo inmenso de verle la ganó.


-- Tú decides ¿Qué quieres que le diga? -- Preguntó Albert.

-- Esta bien, dile que pase, quiero verle...

-- Como prefieras, si te sientes bien... Yo espero afuera, debes tener mucho que decirle después de tanto tiempo...

-- Sí gracias... ¡Ah Albert!... Ven por favor, acércate aquí -- Dijo llamándolo a su lado.


El se acercó hacia ella y Candy lo tomó del brazo atrayéndolo hacia sí, besándolo con ternura en la mejilla, susurrándole suave al oído - “Gracias” -
Esta acción tan simple llegó hasta el corazón del jefe del Clan Ardley, sintió que este latía con una fuerza inexplicable así que rápidamente se alejó de la habitación para no cometer la locura de confesarle todo en ese momento, que por otro lado no serviría para nada bueno.
Albert se alejó por el pasillo, otra persona golpeó la puerta desde afuera.


-- Adelante -- Habló ella con un dejo de nerviosismo en los labios, mordisqueándolos ligeramente.


Un joven hombre entró en la habitación, su cabello rubio parecía alumbrar la oscuridad de la misma, sus ojos eran azules aún más claros que los del mismo Albert, en realidad se parecían mucho, pero ciertamente no eran iguales y sobre todo por ese aroma, ese inconfundible aroma a rosas.


-- Hola Candy, tanto tiempo sin vernos... -- Dijo él acercándose y ella al fin pudo verlo frente a frente...


Continuara................

Cuando el corazon habla

Posted 13 ago 2009 by Faby
"Cuando el corazón habla"...
Mini Fic basado en Candy Candy
Por Fabiana Tagle

El aroma a café aún está impregnado en las paredes del departamento, mudo testigo de nuestro desayuno juntos de esta mañana...
Ahora estoy recargado sobre el alfeizar de la ventana, contemplando el camino tapizado de hojas de otoño que se aleja hacia el horizonte, rogando que regreses pronto a casa, que vuelvas a mi lado, para compartir una charla, una mirada, una caricia involuntaria... Todo lo que me acerque a ti.

Tan solo hace unas semanas que recuperé la memoria y tú no hace mucho que regresaste de Nueva York... Los dos escondemos del otro un gran secreto... Tú el de tu dolor, yo el de mi identidad...
¿Cómo podría confesarte mi verdad?
No puedo encontrar la forma... quiero hacerlo pero no puedo. No me gusta engañarte, pero este secreto puede separarnos y no quiero... no puedo separarme de ti.

Una fresca brisa otoñal llega a mi rostro golpeándolo suavemente. Cuantas tardes esperando tu llegada sin saber lo que significabas para mí... ¿A quién le miento? ¿A mi mismo?
Irónicamente el destino se encargó que me enamorara de ti, dos veces... Como quien soy en realidad y como quien creí que era, un vagabundo desmemoriado perdido en los recuerdos que anhela el calor de tus brazos y la dulzura de tu voz.
Está claro que me destino era quererte...

Amarte puede ser tan difícil y tan hermoso a la vez...
Todavía recuerdo cuando Archie y Annie te trajeron desde la mansión. Entera, con una fiebre increíble, pero con una careta de dolor que te impedía revelarles la gran angustia que guardabas dentro. Esa que sabes esconder muy bien y que solo sueltas a solas, cuando no hay mas testigos que mi camisa húmeda de tus lagrimas…
Cuando ellos se fueron sentí como te derrumbabas, como implorabas la calma que te daban mis brazos y esa camisa que recoge fielmente el agua salada que brota de tus ojos...
Como odié a ese tonto por no haber defendido tu amor, cuando yo mismo no hubiera podido soportar el perderte.

El sol está tiñendo la tarde de los más hermosos tonos anaranjados y rojos. Ya está anocheciendo, no debes demorar mucho más en llegar... y vuelvo a mis pensamientos.
Sé que él también te ama, no puedo negar una obviedad, lo sé y lo sé bien... No entiendo como te atreviste a alejarte, a dejarle tu lugar a aquella extraña... Sí que eres valiente, pequeña mía...

Aún así te recuperaste, volviste a tu trabajo a pesar de todo...
Todavía no sé como en ese momento pudiste reparar en que me había cortado el pelo, una cosa tan tonta pero aun así lo notaste...
¿Será que en el fondo yo también significo algo para ti?

Con entereza saliste del dolor, hasta que ese estúpido sobrino mío empezó a incomodarte... Como si en el pasado no te hubiera hecho bastante daño ya, persiste en molestarte.
Entonces te encontré de nuevo, esa tarde... Derrumbada entre una pila de periódicos viejos, como si el pasado volviera a golpearte una vez más con su cruel destino.

Justo ese fue el mismo día en que recuperé la memoria. ¿No es irónico?... Como me asusté cuando te vi allí tirada, creí que te había pasado algo grabe. Tu cabello estaba alborotado, parecías angustiada, tu rostro tenía rastros de lágrimas secas, surcos ásperos que rompían la blancura tersa de tu piel...

A pesar de que ya sabía quien era y sabía perfectamente lo que sentía por ti, no pude reprimir acariciar tu rostro, tomarlo entre mis dedos, disfrutar tu calor...
Un escalofrió inconsciente recorrió mi cuerpo. Mi corazón empezó a latir violentamente...
¿Es tan grande este amor que no puedo evitar sentir así pese a que decidí guardármelo para mi solo?

Recuerdos y más recuerdos grabados a fuego en mi mente...
Todavía me duele tu reto... Como te enojaste cuando me puse delante del león... ¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que te lastimara? Jamás me perdonaría si supiera que pude evitarte ese dolor y no lo hice...
Me apoyo sobre el marco de la ventana y puedo sentir las lágrimas que suben indiscretas hasta mis ojos...
No... Los hombres no deben llorar, me lo digo una y otra vez pero no puedo evitarlo. Este amor que me esta asfixiando, me esta matando lentamente como una agonía divina.

Puppet llega hasta mi lado preocupada, creo que ella puede notar mi dolor, ella sabe más que nadie cuantas veces te oigo llorar en silencio, cuando crees que me he dormido y sin embargo no lo estoy... Sufro... y lloro contigo, aunque no lo sepas, aunque no tengas idea de lo mucho que me duele no poder ayudarte...

Te he visto crecer, has dejado de ser mi pequeña niña, no sé cuando mis ojos empezaron a verte como una mujer...
Quizás sería bueno alejarme, desaparecer de tu vida un tiempo...
Tengo miedo... miedo de cometer una locura, de decirte finalmente lo mucho que te quiero, lo mucho que deseo probar el sabor de tus labios, lo mucho que quiero hacerte feliz para siempre y no dejar que nadie te vuelva a lastimar...

Ya no puedo evitarlo... Una lágrima traicionera corre sobre mi piel, una lágrima salada que llega presurosa hasta mis labios devolviéndome a la cruda realidad y me encuentro suspirando, gimiendo tu nombre, llamándote con mi corazón...
Las heridas físicas causadas por el león no me duelen tanto como las heridas en mi corazón...

Un chirrido de Puppet, me alerta de que alguien se acerca lentamente, pisoteando las hojas amarillas que el árbol acaba de dejar caer en el camino. Eres tú... Finalmente llegas, para acabar con mis recuerdos. Cansada de seguro, pero con tu eterna sonrisa sincera en los labios...

Las capas de algodón color lila de tu vestido se mueven con tu caminar, traes el pelo suelto, apenas recogido de la cara por un listón de seda azul... Tienes también un ramillete de flores en tus manos... Azucenas Blancas seguramente, mis favoritas...
En tu otro brazo cargas una cesta con las compras... Frutas... Manzanas rojas que parecen querer escaparse de la cesta solo para molestarte y retrasar más tu llegada.

Me ves en la ventana y me haces una ligera seña con las flores sonriendo, veo como apresuras el paso y me dispongo a salir a ayudarte. Enjuago torpemente mi rostro con la palma de mi mano, quitando todo rastro de tristeza. No puedo permitir que me veas así, no quiero preocuparte, aunque debo reconocer que me gusta cuando me cuidas, disfruto mucho que me mimes aunque solo sea como un paciente...

Antes de lo que creo llego hasta ti, alcanzándote aún en el camino... Sonríes, tus ojos verdes parecen más chispeantes que nunca, cuando atrapo en el aire una manzana traviesa que cae finalmente. La miras caer con cara de terror y te sorprendes cuando la tomo, entonces estallas en carcajadas.


-- Ay Albert... tu siempre tan oportuno... -–Me dices regalándome una mirada picara mientras que tus pecas se aglutinan en tus mejillas indicándome que estas muy animada...

- Hola Candy... parece que fuiste de compras... -Te contesto arrebatándote la canasta y alivianándote para que puedas caminar a mi lado.

- Fui por estas azucenas y vi estas maravillosas manzanas y me tente... Tenía ganas de comer una tarta de manzanas... Mmmm ¿No te apetece una? -Me preguntas asiéndote de mi brazo. Mi cuerpo se estremece con el contacto... Trago saliva evitando que mi corazón se rebele contra mí. Tu perfume llega hasta nariz haciéndome tomar idea de la cercanía... entonces decido contestarte tratando de conservar mi cordura...

- Si... la tarta es deliciosa pero creo que tú no sabes hacerla... ¿O sí? -Río mientras veo que te sonrojas furiosamente.

- Oooppsss... Me descubriste... -- Murmuras avergonzada, entonces río contigo una vez más hasta que siento tu cabeza derrumbarse contra mi brazo, estás agotada lo sé, otra vez me invade esa sensación de placer oculto, secreto, apasionado. En ese momento estamos llegando al portón... -- ¿Estás muy cansada pequeña?

- ¿Mmmmmhh?... ¡Oh sí!... bastante, Tuve un turno bastante movidito -- Me respondes y entonces reparo en lo cansado de tus ojos...

- Puedes dormirte un rato mientras preparo la cena, yo té despierto en cuanto este lista -- Te digo mientras te sonrojas con furia una vez más. Como amo esa inocencia que irradias.

- Que pena contigo Albert... ¿Qué vas a pensar de mí, si no sé siquiera cocinarte algo rico? -

- No importa Candy, esas son tonterías... Tú sabes que te debo algo mucho más importante, mi vida... -Te respondo abriéndote el portón de metal que comunica el camino con nuestro edificio

- No... No me debes nada... pero dime... ¿Cómo es que apareces siempre que te necesito? -- Me preguntas con un tono que casi no necesita respuesta, mientras subes las escaleras con cierta pesadez provocada por el cansancio. Me encojo de hombros y te respondo suavemente.

- Supongo que soy tu ángel de la guarda... -Te digo mientras entramos al departamento, entonces arrojas tu sombrero hacia el sillón y corres por un florero a la cocina...

- Mmmm... me siento halagada, eso si me gusta, ahora tengo dos Ángeles de la guarda, mi príncipe de la colina y tú, mi vagabundo favorito --Ríes a la vez que acomodas el jarrón con largas varas de azucenas blancas en el medio de la mesa.


Mi rostro se transforma por tus palabras, un leve tono rojizo tiñe mis mejillas, tal y como si fuera un niño descubierto al robar un dulce. Mi corazón se acelera con una violencia súbita...
¿Qué te diré? ¿Qué ambos somos la misma persona?...
¿Sería conveniente que lo supieras ahora?
Camino asustado hasta el sillón, mis manos sudan frío, mis labios tiemblan de emoción, los sonidos se reducen a mi propio corazón latiendo con violencia... Mi vista se nubla y de mi boca sale un gemido ahogado que simula ser tu nombre.


- Candy... yo... -


Pero cuando llego hasta el sillón veo que te has tendido en él y que estás profundamente dormida. El cansancio te ha vencido por fin. Tu boca luce apetitosa, tus labios son carnosos y tienen cierto brillo suave sobre ellos... Tengo que reprimir mis ganas de besarlos, simplemente acaricio tu piel con ternura con el revez de mis manos, sintiendo tu suave piel contra ellas...

Te cubro de manera fraternal con un chal que está en una de las sillas. Entonces acerco mi rostro al tuyo. Tu aroma me invade y muerdo mis labios para no hacer una locura, así que deposito un suave beso en tu mejilla, me pongo de pie alejándome con rapidez hacia la cocina.

Otro día que pasa y otro momento que desperdicio, realmente ni yo mismo sé como decirte las cosas... Quizás sea mejor seguir callando por ahora, tal vez algún día pueda confesarte todo este amor que me tortura y que aumenta cada día...
Amarte en silencio creo que es mi destino, guardar todo este amor en el rincón mas lejano de mi corazón... necesito seguir viviendo y es la única forma en la que puedo hacerlo.

Suspiro... no puedo evitarlo, he estado torturándome todo el día, esperando tu llegada, reuniendo el valor para confesarte la verdad. Y no puedo, creo que aún no estás preparada para ello, aun piensas en él, lo siento lo percibe mi corazón... aunque a veces te encuentro mirándome, escudriñándome con tus ojos verdes y cuando volteo a verte te sonrojas y si te pregunto que te pasa balbuceas, tus labios tiemblan dándome cualquier excusa...
¿Será que también tú estás sintiendo algo por mí?

Espero encontrar una respuesta, por lo pronto prefiero sonreír y disfrutar de tu compañía. Echo una última mirada al sillón y te encuentro sumamente dormida en él, tu cabello yace revuelto entre los almohadones cayendo como una lluvia de bucles, tu cara se ve relajada y feliz... Te ves tan hermosa pequeña... Puppet corre hasta tu lado y se recuesta acompañándote.
Ciertamente me recuerdas a una diosa de la antigüedad... Te miro por última vez mientras me giro hacia la comida, con la sensación magnifica de estoy cocinando para mi único y gran amor... y por ahora eso me conforma.


FIN

Una nueva vision nace en Gaea - Capitulo 1

Posted by Faby
“Una nueva visión nace en Gaea”
Fanfic basado en “La visión de Escaflowne”
Por Fabiana Tagle

Notas previas: Este fue mi primer fic, el primero de todos los que hice en mi vida por lo tanto quizás el estilo de redacción deja un poco que desear con respecto a los otros, de todas formas sigue siendo uno de los más importantes para mí porque esta fue mi primera incursión en los fanfics, asi que les ruego le den una oportunidad y espero que disculpen si a veces la redacción no suena tan bonita como la de los otros...


Capitulo 1

Ese beso tan esperado


Habían pasado más de seis meses desde regreso de Hitomi Kanzaki a la tierra... la luna fantasma. Esa luna azul que podía observarse desde cualquier parte de Gaea.
Pero para ella el tiempo parecía haberse detenido aquel día de su regreso, aunque quería ser fuerte, se lo había prometido a Van, no podía evitar pensar que su vida ya no tenía sentido sin él a su lado.

La verdad es que lo extrañaba y lo extrañaba horrores... Su vida le parecía ahora monótona y aburrida, tampoco podía evitar sentir esa terrible opresión el pecho, solo el recordarlo le punzaba su corazón, ¿Era tan grande ese sentimiento, que no le permitía vivir tranquila?
Su amiga Yukari y su propia madre estaban muy preocupadas por su salud y su estado de ánimo, algo había sucedido con Hitomi, algo que ni ellas podían imaginar....
Esa mañana unos golpes desviaron a la señora Kanzaki de sus obligaciones diarias.


-- Buenos días Señora Kanzaki -- Saludó Yukari al mismo tiempo que le abrieron la puerta.

-- Buenos días Yukari... ¿Qué te trae por aquí?

-- Vengo en busca de Hitomi para que me acompañe de compras por ahí, es que la he visto bastante deprimida y quería levantarle un poco él ánimo.

-- No sé que sucede con mi hija, trato y trato de entenderla o de que me cuente que le pasa y no consigo arrancarle una sola palabra, lo único que me dice es que no le pasa nada... Pero ya no usa las cartas de tarot, siempre esta encerrada dentro de su habitación y lleva consigo esa expresión triste y abatida en el rostro. ¿Tú no sabes que le puede estar pasando, cierto? --

-- La verdad es que no, tampoco a mí ha querido decírmelo, pero no se preocupe... -- Agregó sonriente tratando de suavizar la preocupación de la madre de su amiga -- ¡¡¡Ya se le pasará, estoy segura de ello!!!


La verdad es que Yukari también estaba muy preocupada por Hitomi... Desde aquella noche donde había desaparecido dentro de esa extraña luz, no solo había estado perdida por un tiempo, si no que había regresado más extraña que nunca, sus ojos verdes continuamente estaban tristes y llenos de lágrimas y no tenía idea que le habría pasado.
¿Qué cosa o a quien la había dejado para que estuviera así de triste?


-- ¿Por qué no vas a despertarla, Yukari?... Creo que le daría mucho gusto que tú fueras quien la despierte -- Le pidió la mamá de Hitomi.

-- Gracias, me parece una excelente idea.

Mientras caminaba hacia la habitación, Yukari se sumió en sus pensamientos tratando de entender que había pasado con amiga, para colmo ella nunca quería hablar del tema, así que con disgusto veía que la pena la consumía cada vez más y más...

Una vez que entró a la habitación enseguida se dio cuenta que su amiga estaba teniendo un mal sueño. Gemía con desesperación, se movía de forma inconciente y su cuerpo estaba lleno de sudor... Pensó que debía despertarla rápido, pero entre sueños escuchó un gemido que la heló de la cabeza a los pies...

“-- Por favor... no te vayas, no me dejes... “

¿Pero de quién estaría hablando? Una mala sensación le recorrió el cuerpo. Deseó que lo que ella pensaba no debía ser verdad... ¿Estaría Hitomi hablando de Susumu Amano?
¿Esta depresión tendría algo que ver con que él y ella estaban de novios?.
No, no podía ser. La misma Hitomi le había dicho lo contenta que estaba con su noviazgo con Susumu, pero... ¿Y si le había mentido? Hacía cinco meses que ella y él estaban de novios, casi el mismo tiempo de la profunda depresión de Hitomi... ¿O es que acaso debería ella sacrificarse para que su amiga volviera a ser feliz?

Yukari se llevó las manos al rostro con angustia, pensando que tendría que hacer ella para ayudarla... pero en ese momento otra vez Hitomi murmuró entre sueños y esta vez llamó desesperada a alguien más.

-- “¡Van!, ¡Van! ¡¡¡¡¡¡No te vayas Van!!!!!!"

¿Quién era ese Van?... ¿Seria tal vez el causante de todo el sufrimiento de Hitomi? Demasiadas preguntas se mezclaban en la cabeza de Yukari y parecía no encontrar respuestas para ninguna.
Hitomi se revolvió una vez mas en el mal sueño. Un grito desesperado de dolor y sufrimiento salió de sus labios. Un grito que hizo a Yukari estremecerse de la cabeza a los pies y la congeló en el lugar.

“-- ¡¡¡¡Vannnnn!!!! --" Gritó angustiada.

En ese momento Hitomi se despertó, sola, como tantas otras mañanas desde su regreso… vacía, sola, triste…. Pronto se percató de su realidad y fue tranquilizándose, dándose cuenta que no estaba sola y que había de un par de ojos grandes que la miraban sin entender que le estaba pasando...

-- ¿Yukari? Pero... ¿Qué haces aquí? -- Preguntó asustada.

Su amiga le sonrió amablemente tratando de que se olvidara de todo, que no sospechara que ella la había oído gritar. Se acerco a ella y le respondió con calma.

-- He venido a buscarte para que me acompañes a salir de compras, tengo que buscar cosas para una fiesta y me encantaría que me acompañaras.

-- No tengo ganas de salir Yukari... Preferiría seguir durmiendo -- Dijo Hitomi cubriéndose nuevamente con las sabanas, pero su amiga por el contrario se enojó y de un tirón le quitó las sabanas -- ¿¿¿¿YUKARI????

-- ¿Pero hasta cuando vas a seguir así?... Te destruyes a ti misma y a la gente que te quiere... ¿Es que acaso no te das cuenta del daño que nos hace el verte en este estado?... Tus padres, tu hermano… estamos muy preocupados por ti…

-- Perdóname amiga, no me hagas caso... espérame un momento, te acompañaré -- Repitió al tiempo que se levantaba y comenzaba a vestirse. Ella no tenía intención de generarles ninguna angustia a los suyos. Por un momento se detuvo a pensar si que es que dormida habría cometido una indiscreción difícil de reparar con un “no sé de que me estas hablando”...

Una vez vestida desayunaron y pronto salieron hacia un centro de compras en la cuidad...
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Mientras tanto, en Gaea, aquel planeta suspendido entre la tierra y el cielo, lentamente la gente había estado reconstruyendo todo lo que había sido devastado en la guerra contra Zaibach.
Una nueva ciudad empezaba a levantarse de las ruinas lentamente, una nueva Fanelia que parecía querer albergar a quienes deseaban regresar para empezar una nueva vida allí.
Un flamante castillo se levantaba fiel al anterior, donde un monarca muy joven se ponía a la par de sus trabajadores ganándose el respeto de su pueblo a base de sacrificios y valentía.

Recostado contra el balcón descansaba una figura masculina de grandes ojos color rubí... Ojos tristes, vacíos, perdidos en el horizonte lejano... Su mirada se perdió al contemplar aquella luna azul que se sostenía suspendida en el cielo, llenándose de una vaga melancolía a la vez...


-- ¡Majestad! -- Llamó Merle acercándose para darle un abrazo.

-- ¡¡¡¡Merle!!!!. – Gritó sorprendido como si lo hubiera encontrado haciendo algo malo -- No sabía que estabas aquí… No te sentí llegar.

-- ¡Otra vez estás triste!... ¡¿Qué puedo hacer para que se te vaya esa tristeza?! Me duele verte así, Amo Van.

-- ................ --

-- ¿Piensas en ella? ¿Verdad?

Una mirada aún más triste llenó los sorprendidos ojos de Van, mientras sostenía el colgante que Hitomi le había dado el día de su partida. No podía decir nada... El silencio los invadió por unos minutos, pero tomando fuerzas él respondió con sinceridad.

-- Lo que pasa es que sentí que me estaba llamando, pero claro... solo era un sueño, solo eso, un sueño.

-- Amo Van... Sí la extrañas tanto, ¿porqué no vas a buscarla?, seguro le daría mucho gusto volver a verte... ella también te quiere mucho quizás este sufriendo de la misma forma que tú.

-- No me parece buena idea... Solo abriría la herida aún más... -- Y sonriéndole la miró dulcemente -- Ya no te preocupes más por mí, Merle, estaré bien.

-- Como quieras, pero conmigo no intentes disimular Van... Te conozco y te conozco bien para saber que te haces el fuerte... pero en el fondo, sé que estás sufriendo mucho -- Contestó Merle acurrucándose en los fuertes brazos de Van, quien la acarició con cariño

Van se quedó pensativo uno momento, estaba claro que la extrañaba un montón, no tenía paz desde el día en que se separaron... Solo podía recordar ese tierno y último abrazo, aquellas manos pequeñas que se asieron en su espalda y esos ojos verdes llenos de lágrimas de amor diciéndole que no lo olvidaría nunca...
¿Cómo podría él traerla de vuelta a este mundo? ¿Dejaría ella todas sus cosas para venir con él y amarse para siempre? ¿Compensaría él con su gran amor todo lo demás? No hacía más que preguntarse aquello una y otra y otra vez, pero no hallaba respuesta.

-- Bueno Merle, mejor dejemos este tema por la paz y vamos, que debo cambiarme de ropa para recibir a Allen que viene de visita -- Dijo Van incorporándose y cambiando un poco su cara de tristeza para así evitar preocupar mas a Merle.

Merle, a su vez, pensó que sería mejor dejar de torturar a Van con el recuerdo de Hitomi, en realidad ella también la extrañaba un poco, ya que habían llegado a convertirse en muy buenas amigas...

El primer caballero de Asturia, Allen Schezard, había llegado de visita para ver a su amigo, el Rey de Fanelia. A su lado viajaba su hermana Celena, una mujer joven y muy bonita, de cabellos rubios y enormes ojos celestes. Se veía una mujer muy bonita pero tenía también un aspecto algo delicado, que daba la sensación de querer romperse en cualquier momento.

-- ¡Van!... ¿Cómo has estado tanto tiempo? -- Gritó alegremente Allen, abrazándolo para así saludarlo amistosamente.

-- Bienvenidos a Fanelia, ¡Qué bueno volver a verte Allen! -- Contestó Van respondiendo el abrazo. La verdad es que Allen seguía siendo el mismo, no había cambiado nada, solo se lo veía mas relajado y tranquilo.

-- Por favor... Déjame presentarte formalmente a mi hermana Celena... Él es Van Slanzar de Fanel, el joven Rey de Fanelia.


Celena levantó la mirada y haciendo una ligera reverencia al saludarle, después de todo, por más joven que se viera seguía siendo el rey. Van respondió su saludo cortésmente y luego del formalismo se dirigió nuevamente a Allen...


-- Pónganse cómodos, como si estuvieran en su casa... Pidan lo que quieran, ya envío alguien para que los ayude a instalarse -- Replicó Van dando a la vez ordenes a sus sirvientes para que los ayudaran con sus cosas.


Allen notó algo extraño en la mirada de su amigo, definitivamente no era el mismo, por lo que después de instalarse y acomodar a su hermana iría en busca de Van para charlar un poco, acerca de lo que había sucedido en el tiempo que hacia que no se veían.
Pero cuando entró en la habitación Real, lo encontró otra vez mirando hacia la luna Fantasma, pero esta vez se escapó de sus labios una palabra, un susurro apenas rompiendo la quietud de la noche...

-- “Hitomi...”-- Un llamado desesperado, casi un deseo reprimido en un suspiro... creyendo que nadie le había oído

-- ¿La extrañas, verdad? -- Preguntó Allen mirándolo a los ojos

-- ¡¡¡Allen!!! No sabía que estabas allí, por lo visto hoy todo el mundo está dispuesto a sorprenderme cuando estoy perdido en mis pensamientos -- Contestó sereno Van.

-- ¿La amas todavía?

-- En honor a la verdad solo te diré que siempre la amaré, pero ella eligió volver a su mundo, debo respetar su decisión... No puedo volver a entrometerme en su vida y alterarla, es nuestro destino vivir separados.

-- ¡Pero que tontería más grande estás diciendo Van!... Si fuera tú, iría a buscarla lo más rápido que pudiera ¿Cómo sabes que no te espera?... no seas tonto... es indudable que para algunas cosas, aún eres un niño – Sonrió Allen con aire de autosuficiencia.

-- ¿Y tú, Allen? ¿Todavía sientes algo por ella?... -- Indagó Van un poco receloso recordando el día que los había visto besándose en el puente, sabiendo que ella había sido importante para Allen tanto como lo era para él.

-- No lo sé... Creí amarla y a veces aún lo creo... Pero ella solo tiene en su corazón el inmenso amor que siente por ti... --Respondió resignado.

-- Desearía tanto volver a verla, aunque sea solo una vez más. -- Murmuró Van tranquilo por aquella respuesta.

-- ¿Porqué no intentas ir a buscarla con Escaflowne? --

-- Escaflowne está descansando en el bosque y no quisiera hacerlo funcionar, sino fuera por algo absolutamente necesario...

-- En tu lugar no lo pensaría... Creo que Hitomi se alegraría muchísimo si pudiera volver a verte.

-- No lo sé, tal vez.


Van se quedó pensativo, las últimas palabras de Allen le habían hecho pensar mil cosas y realmente no sabía que hacer... Pronto recordó aquel ultimo día en el bosque... ¡¡¡Qué ganas tenía de haberla besado!!! Tenía ansias de volver a verla ¿Tendría ella las mismas ganas de verlo a él?..

De pronto, una brisa fresca llevó hasta sus oídos la voz de Hitomi llamándolo... Desde lejos, apenas un susurro en el viento que subía y formaba una voz queda y suave que lo abrazaba entero y terminaba en sus oídos como una letanía.

“¡¡¡¡Vannnnnnnn!!!!!”
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En la tierra, lejos de todo lo que pasaba en el planeta Gaea, ambas amigas habían terminado las compras y se habían sentado a almorzar en un restaurante. Yukari estaba esperando el momento indicado para preguntarle a Hitomi quien era ese Van a quien habría mencionado entre sueños, pero a la vez no deseaba herirla ni abrir sus recuerdos para ocasionarle más tristeza. Tampoco quería hurgar en algo que quizás no debería ser descubierto, por lo que no se animaba a decirle nada...


-- Hitomi... -- Habló de repente, como para comenzar una conversación -- ¿De verdad que ya no te interesa Susumu Amano?

-- ¡Que no!... Te lo he dicho mil veces Yukari, si de verdad que estoy muy contenta con tu relación con él... Te lo repetido montones de veces ¿Porqué siempre insistes con lo mismo? -- Respondió en forma de reto Hitomi, tratando de entender a que venía ahora esa inseguridad

-- Es que quiero saber quien es el que te causa ese dolor... Estás muy triste eso se nota a leguas.

-- No estoy triste, no sé porque insistes en ello... --

-- Entonces... no te molestaría que te lo pregunte... ¿Quién o que es Van?


Ante el nombre de su querido Ryujin, Hitomi se quedó petrificada. Era evidente que la había atrapado. ¿Qué es lo que sabría Yukari de Van? Se mordió un poco los labios con nerviosismo.
Y sino sabía nada... ¿Cómo explicarle que Van era un descendiente del pueblo de Atlantis, un dragón blanco y que en su espalda crecían unas hermosas alas blancas, ni hablar que provenía del planeta Gaea, un mundo suspendido entre la tierra y el cielo?.... Lo mínimo, iba a pensar que enloqueció…

-- ¿Van?... No sé de qué me hablas, ¿De dónde has sacado eso? -- Explicó haciéndose la tonta.

-- Entonces... ¡Es verdad! Te escuché llamándolo mientras dormías y ahora que recuerdo... Una vez Amano me contó una historia que tú le narraste, es claro, él pensó que era uno de tus sueños pero... ahora creo que ese Van tiene algo que ver ¿verdad? Como ese robot, aquella criatura extraña... ¿Cómo se llamaba?... ah si Escaflowne, del cual me habló Amano, incluso ese extraño planeta Gaia. --

-- Es Gaea—Corrigió de forma inconsciente quedando en evidencia.

Hitomi enmudeció sin saber que contestarle, los ojos de su amiga la contemplaban fijamente pero con ternura tratando de que abriera su corazón de una vez por todas, y dejara escapar todo su sufrimiento...


-- Vamos Hitomi... sincérate de una vez, no puedes seguir llevando esa carga tu sola... ¿Es ese amor tan grande que té esta consumiendo lentamente?... ¿Lo amas todavía?....

-- Más que nunca... -- Confesó Hitomi a la vez que sus ojos verde esmeralda se llenaban de copiosas lagrimas de dolor -- Pero pertenecemos a mundos diferentes y no puedo hacer nada para remediar esta situación, entiéndeme, no me es fácil seguir adelante sin él...

-- Pero... No entiendo... si lo amas, no tendría que haber ningún problema... ¿Acaso él no te corresponde?

-- Es que tú no entiendes, no es tan sencillo... –Lloriqueó Hitomi escondiendo un poco su rostro de la mitrada inquisidora de Yukari.

-- No sé que es, pero lo que sí sé es que te quiero mucho... Tanto yo como tu familia estamos muy preocupados por ti, preferiría que tuvieras que irte lejos, a verte tan y tan triste día con día. Es que creo que estas realmente enamorada y esto que te pasa es que no puedes vivir sin él... ¡Ay amiga creo que tienes que tomar una decisión de una vez por todas!...

-- ¡¡Yukari!!... Gracias... -- Dijo Hitomi abrazando a su amiga como si hubiera dado en la pena de su corazón y la estuviera alentando a buscar su felicidad...


Ya no había podido decir más nada y su amiga prefirió no seguir hurgando por demás en el asunto. Luego se fueron y Yukari emprendió el regreso a su casa, dejando a Hitomi en un parque, pensativa pero por primera vez, tranquila...

-“Es verdad, no puedo engañarme mas, no puedo vivir sin él ¿Qué es lo que debo hacer?... No hago otra cosa que recordar su voz, su piel, todo, no puedo vivir así, si tan solo pudiera verlo una vez más”-

En ese momento la brisa de viento llegó hasta sus oídos susurrándole su nombre al oído

--“Hitomiiii”-

Un aroma familiar la estremeció de la cabeza a los pies, ese aroma era el que sentía cuando viajaba abrazada con Van sobre Escaflowne, su piel húmeda, su pelo suave, todo le recordaba a su amado Ryujin.

-- ¡¡¡Es Van!!!...--Pensó de pronto y la visión de un par de alas llegó a su mente.

¡Otra vez una visión! No había vuelto a tener una desde que había dejado Gaea
¿Sería verdad, o solo se trataría de otro sueño?
Salio corriendo como loca, llegó hasta la orilla de un lago que estaba en un rincón solitario del parque cuando en ese momento una cálida luz la envolvió, dentro de ella estaba Van con sus alas extendidas ofreciéndole su mano...


-- "¡¡¡Hitomi!!!" -- La llamó.


Hitomi se detuvo a mirarlo creyendo que desaparecería en ese instante, cuando una de las plumas blancas rozó suavemente su rostro se dio cuenta que esta vez era real, y que su Van estaba allí. Se estiró abalanzándose hacia sus brazos con prisa, hamacándose en un abrazo eterno... pronto, desde ambas mejillas empezaron a correr sendas lagrimas, solo que esta vez eran de felicidad.

En ese momento se separaron para quedar con sus bocas muy cerca una de otra, sus corazones latían como locos, sus miradas parecían recorrer cada facción del otro como si no se hubieran visto en años.

Van tomó con dulzura a Hitomi de la nuca, atrayéndola hacia sí, para besarla tiernamente.
Sus bocas al fin se unieron en ese tan ansiado beso que los hacía estremecer a ambos, provocándoles un sin numero de sentimientos encontrados a flor de piel.
Aquellos labios habían anhelado tanto los labios del otro que no podían parar de besarse, de sentirse, de rozar la humedad tibia de sus bocas con las lagrimas que salaban su piel.
Cuando por fin se separaron, compartiendo el aire del otro, Van aún estaba abrazándola y le susurró emocionado al oído:


-- Hitomi, mi querida Hitomi... Sentí que me llamabas... Deseaba tanto verte... Perdóname no quería cambiar tu vida otra vez, es que no podía dejar de pensar en ti... Tenía que verte aunque fuera esta la última vez.

-- ¡¡¡Van!!!... No puedo seguir sin ti... Mi vida ya no tiene sentido si no estás, llévame contigo a Gaea no quiero que nos separemos, nunca más... -- Rogó sollozando.

-- Pero Hitomi... ¿Y tu vida en la tierra? ¿Tus amigos?... ¿Tu familia?

-- Mi vida no es nada sin ti, sólo quiero estar contigo, ya lo decidí... Llévame a Fanelia -- Hitomi habló con seguridad y Van la miró incrédulo, estaba tan feliz que pensaba que estaba soñando. Quizás creía que se despertaría y Merle le estaría trayendo su desayuno...

-- Esta bien... Si eso deseas, ven conmigo, mi corazón es tuyo también.

Abrazándose muy fuertemente, fueron absorbidos por aquella luz nuevamente, sin percatarse que habían sido vistos por Yukari, quien había seguido a Hitomi sin que ella se diera cuenta. Con lágrimas en los ojos la pelirroja susurró emocionada.

-- "¡Esta vez, quiero que seas muy feliz querida Hitomi!"... --

Mientras observaba con lágrimas en los ojos a su amiga abrazada a ese extraño ser con alas, quien parecía quererla un montón... se despidió sabiendo que quizás esa, fuera la última vez que la veía…



Continuara.....


Año 1998-99

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Comenzando de nuevo

Posted by Faby
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La verdad es que no tenía idea que terminaría haciendo esto. Confieso que la idea de abrir un blog y luego no prestarle la debida atención no termina de gustarme. Pero, porque para todo hay un pero, revisando mis relatos me di cuenta que nunca hice un lugar físico en mis cosas para poner estas historias que fueron las que me alentaron desde un comienzo a dejar volar mi imaginación. Confieso que tengo dos de ellas sin terminar y sumamente abandonadas, así que creo que es la excusa justa para retomar mis historias y darlas a conocer juntas en ves de dejarlas como puñado de letras por ahí.

Cronológicamente también son mis historias más viejas, siendo la de Escaflowne la más antigua de todas y que puedo ubicar por allá del 1998 - 1999 o 2000. Fue un gran error no datar la fecha puesto que ahora me es imposible recordarla, pero aún con miles de errores, aún con miles de detalles que quisiera borrar son mis historias y quiero ponerlas juntas.

Han pasado mas de diez años, mi forma de escribir no es la misma y a veces creo que he perdido ese toque mágico que me llevo a escribir en primer lugar, así que decidí darle un nuevo empuje a mis cosas y revisare los fics dejándolos lo mas pasable posible.
A los que lean les ruego algo de indulgencia, repito, son muy viejos, se que tienen mil y un errores, pero trataré de respetar la idea que hay en ellos y tocarlos lo menos posible para dejarlos como fueron hechos en primer lugar. Saludos y espero que los vayan disfrutando