La desición del corazón - Capitulo 1

Posted 19 ago 2009 by Faby

La decisión del corazón
Fan Fic basado en Candy Candy
Por Fabiana Tagle


Capitulo 1

El joven que olía a rosas


La primavera llegó una vez mas a Lakewood. Había pasado ya un año desde que Candy se enterara que su Tío abuelo Wiliam no era otro que su querido Albert.

Estaba de vacaciones en el hospital y Albert la había invitado a pasar su estancia allí para que descansara en su casa de Lakewood, aquella que le traía tantos recuerdos buenos y malos, algunos algo dolorosos...
Ella había aceptado de inmediato al saberse en compañía de aquel, quien se había convertido en un hombre de negocios y cabeza de la familia Ardley.

También iba a disfrutar estar en cercanía con su querido Hogar de Pony, en donde había pasado su infancia y al que consideraba aún su hogar.
Candy visitaba seguido a la Señorita Pony y la Hermana María, lo hacía cada vez que podía, realmente se sentía en casa, en ese hogar tan deseado que desde niña había aprendido a querer y respetar.

Pero esa mañana se quedó a descansar en la mansión. Era una mañana despejada y llena de cantos de pájaros que se dejaban oír aquí y allá retumbando en el aire. Candy, fiel a su estilo, vestía sencillamente con un vestido rosa pálido con unas pequeñas flores violetas, tan suaves que pasaban desapercibidas si no las observabas de cerca, casi se confundía entre los rosales y las flores en el prado...
Se había vuelto una mujer muy bonita, con su cabello rubio, largo y alborotado, recogido de la cara con una pequeña cinta rosada. Así, sostenido casi con descuido… ella nunca le había prestado demasiada atención a esos detalles, le parecían sin importancia y sin embargo a pesar de ellos había florecido como mujer.

La verdad es que lo que no había cambiado nada era su carácter, seguía tan alocada y rebelde como siempre y lo peor de todo es que seguía trepándose a los árboles como una niña pequeña... Costumbre que aterrorizaba a la Tía Elroy y a las sirvientas de la mansión pero que divertía soberanamente a Albert, quién compartía en secreto esa pasión con ella cada vez que podía...

Esa mañana se había subido a uno de esos árboles, claro que ya no era tan niña y no tenía la misma habilidad, pero se las ingeniaba de todas formas para hacerlo para disfrutar de la vista que le ofrecía el enorme roble del jardín trasero de la mansión.
Tratando de no rasgar su vestido como siempre, se había subido hasta la rama que más le ofrecía un lugar ameno para descansar. Se sentó allí con la mirada perdida hacia un lago no muy lejano, sumiéndose en sus pensamientos y sus recuerdos...

--"Terry"... -- Pensó de repente...

Aquel joven que conoció en la escuela, lentamente se había ido borrando de su corazón a sabiendas de que no podría hacer otra cosa, su sufrimiento se había ido poco a poco diluyendo y convirtiéndose en un recuerdo atesorado...
Ante la vista de ser un imposible y su inminente compromiso con Susana Marlone, su corazón le había guardando lugar para el recuerdo de un gran amor y no para los momentos tristes que los habían embargado desde aquella visita tan accidentada en Nueva York.
Luego aquel día que lo volvió a ver en el teatro ambulante donde pudo comprobar en que se había convertido, supo a ciencia cierta que nunca más estarían juntos, pese a lo mucho que se amaban todavía...

Él había recuperado las riendas de su vida y ella debía hacerlo también.
Su rostro se entristeció recordando lo sucedido con Terry, sus ojos se tornaron tristes y lagrimeantes, tampoco pudo evitar cierta opresión en el pecho...
En ese momento visualizó una figura se iba acercando hasta allí, distrayéndola de su tristeza. Era un hombre alto que se acercaba, de cabello rubio que se movía con el viento, caminando con paso firme hacia donde estaba ella. Candy lo observó pensando en seguida que sería Albert, pero al mirarlo fijamente se dio cuenta que no era él, definitivamente se le parecía pero no era él...
Intrigada por aquella extraña figura se estiró un poco mas para poder ver bien de quien se trataba, pero no se dio cuenta que la rama donde estaba apoyada comenzaba a quebrarse, para terminar de romperse del todo, dejándola caer desde una gran altura.


-- ¡¡¡¡¡¡¡AYYYYY!!!!!!! -- Gritó desesperada, esperando tal vez que alguien la socorriera.


Pero la ayuda no llegó de inmediato. Candy yacía inconsciente al pie del árbol, sin lastimaduras aparentes pero sí con un buen golpe en la cabeza.
Aquel hombre extraño, la había visto caer y corrió hasta ella para ayudarla, pero fue demasiado tarde, Candy ya había caído. La levantó entre sus brazos para llevarla a la mansión lo más rápido que podía.

Entre sueños ella había reconocido el olor de ese extraño quien la llevaba entre sus brazos, olía a rosas, iguales a las “Dulce Candy” de Anthony. Aquello cada vez se ponía más raro... creyó que el golpe había sido más fuerte de lo que pensaba en un principio, ya que aún no podía abrir los ojos y no es que le molestara, esa persona la hacía sentir muy protegida.
Aquel aroma le trajo los más bellos y amargos recuerdos a la vez, se sentía de nuevo una niña de doce años corriendo por entre los rosales y charlando con quien fuera su primer amor y su primer gran dolor...
No sabía quien ese hombre, pero deseaba despertar para verle la cara y agradecerle su ayuda...


Candy yacía recostada en su cama y lentamente iba recuperando la conciencia. Reconoció de inmediato que estaba en su habitación y eso la tranquilizó. Sus ojos se posaron entonces en una figura al lado de la ventana. Una figura masculina que estaba de espaldas a ella parecía estar esperando que despertase... pero a la vez, él tenía la vista fija contemplando aquel bello jardín el cual resplandecía de rosas blancas, “Dulces Candy”… en flor.


-- ¡Albert! -- Lo llamó suavemente, creyendo reconocer a aquel joven rubio

-- ¿Ya estás despierta querida Candy? Debes descansar, lo dijo el médico, te has dado un buen golpe -- Dijo él con una voz que Candy no había oído desde ya hace bastante tiempo atrás…


Se incorporó para verle el rostro, él no era Albert... definitivamente no era él, entonces ¿Quién era que lucía como él? ¿Quién podría parecerse tanto a su Albert?
Los ojos de Candy se abrieron grandes e inquisidores al tiempo que el joven salía de la intensa luz de la ventana que lo alumbraba y no dejaba ver bien su cara.

Su pelo estaba más corto que el de Albert, sus ojos azules, de un azul más claro... casi como el del cielo, tenía una sonrisa franca cruzando su rostro, su piel blanquecina como la nieve, vestía muy elegante: con una camisa blanca y unos pantalones negros de un corte que se amoldaba gracilmente a su cuerpo, dándole un toque de estilo... Pero por sobre todo, se percibía en la habitación que su piel despedía una fragancia tenue a rosas...


-- ¡¿Anthony?! -- Murmuró un tanto asustada.


En la cara de Candy se reflejaba una mezcla de asombro con miedo ¿Era tal vez el golpe que la hacia imaginar cosas? No podía ser verdad... Anthony había muerto hace muchos años ya. No, sencillamente tenía que ser alguien más


-- ¿Quién eres tú? -- Preguntó llevándose sus manos a la cabeza en actitud confundida, intentando poner en orden sus pensamientos mientras que las consecuencias del golpe comenzaban a manifestarse.

-- Pero Candy... Si tú misma lo has dicho... soy yo Anthony, ¿no me recuerdas?... -- Respondió él con cara de preocupación sin entender bien que sucedía con la joven, que lo miraba con esa extrañeza.

-- ¡NO! Es mentira... ¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!... Anthony murió hace bastantes años atrás, tú no puedes ser Anthony... -- Gritó ella con desesperación y lágrimas en los ojos reviviendo el sufrimiento de la caída de Anthony de aquel caballo.

-- ¿Pero qué dices Candy?... Yo estoy aquí... ¿Qué te sucede? ¿Fue tan duro el golpe que te has dado que ya no me recuerdas?

-- No... No es verdad... ¡No!... ¡No puedes ser mi Anthony!...

-- Pe... pero Candy... -- Balbuceó él con desconcierto.


Candy empezó a asustarse y a agitarse demasiado, por lo cual la mucama encargada de ella al verla tan alterada, llamó nuevamente al doctor...

Candy entretanto acercó su mano lentamente a la cara del joven, para comprobar si era verdad o simplemente un sueño del cual no podía despertar. Al tocar la cálida piel, comprobó que era verdad. Era Él... no era un fantasma sino alguien real...
Él tomó su mano entre las suyas y la llevó a sus labios, dándole un pequeño beso en la palma, y con la otra mano le ofreció una pequeña rosa blanca.
Candy la tomó entre sus manos y con las lágrimas brotando de ambos ojos rompió en un llanto desesperado una vez más, balbuceado entre suspiros unas palabras suaves…

-- Anthony... yo creí que... yo... yo creí... que... tú... -- No había podido decir más nada porque se desmayó entre sus brazos, la rosa resbaló de sus manos deshojándose apenas mientras iba cayendo en el suelo por la presión inconsciente que le dio su mano nerviosa al estrujarla.
Él la acomodó con suavidad en la almohada y salió corriendo en busca del doctor, quien estaba esperado para hablar con Albert quien estaba al llegar.


-- ¡Por favor Doctor! Venga rápido, se ha desmayado otra vez, además no sé que le sucede, parece no recordarme y no recordar nada -- Le explicó con rapidez

-- Me lo temía, un golpe tan fuerte… es normal que tenga amnesia temporal – Respondió el doctor corriendo a la par de Anthony.


Candy, desmayada, no sabía distinguir entre su realidad y un hermoso sueño

Albert había regresado de inmediato al saber del estado de salud de Candy.
George lo ubicó enseguida al enterarse por el ama de casa, lo sucedido en la mansión Ardley.

En la casa, él doctor terminó de revisarla por segunda vez, dejándola descansar, cuando al salir se encontró con un Albert muy preocupado que lo esperaba para charlar...
Ambos se habían dirigieron hasta el estudio para sentarse en prevacía. Una vez allí, el rubio le ofreció algo de beber para tomar luego el lugar detrás del escritorio, terminando los formalismos Albert inquirió al medico muy preocupado por su pupila.


-- ¿Qué le parece Doctor? ¿Es grave el golpe de Candy?

-- Aparentemente no... Yo más bien diría que a simple vista, el golpe no tendría que tener ninguna complicación, ni consecuencia grave... Pero me tiene muy preocupado lo que me ha dicho su sobrino...

-- ¿Anthony? -- Interrumpió Albert.

-- Si creo que ese es su nombre... Bueno según él, dice que apenas le reconoció y que para colmo insiste en decir que él está muerto... Esa reacción no es normal y es la que me tiene preocupado.

-- Mmmm... ¿Qué entraño?... La verdad es que Anthony si tuvo un accidente cuando él y Candy eran chicos…. ella se siente un poco responsable por lo que pasó. Mi sobrino estuvo viajando con su padre por el exterior para recuperarse totalmente de aquel accidente.

-- Pero eso no explicaría porque lo imagina muerto. ¿No le parece? Se podría decir que ella esta en estado de shock... pero sigo sin explicarme el porque.

-- Anthony estuvo varios años en el extranjero, recién regresa después de casi ocho años, por eso que toda la familia Ardley vendrá a verle y se hará una fiesta en su honor... Ella desconocía su llegada... Quizás Candy ha sufrido un shock al verle... Sin saber nada, sería lo más lógico ¿verdad?

-- Mmmmm... Es posible, ahora que me lo dice ese puede haber sido la causa de la amnesia... habrá que decirle las cosas lentamente y sin atosigarla hasta que se recupere totalmente... ¿Quién cree es la persona más cercana a ella?

-- Creo que soy yo... Sin duda, soy yo -- Afirmó Albert.

-- Entonces creo que debe ser usted quien hable con ella ni bien se despierte, debe tranquilizarla y explicarle lentamente las cosas.

-- Como diga... no hay problema... Haré cuanto sea necesario por el bienestar de Candy.

-- Entonces creo que llegó la hora de retirarme. Veo que mi paciente queda en muy buenas manos, se ve que usted se preocupa mucho por ella, así que cualquier cosa extraña que suceda me llama inmediatamente y vendré a verla.

-- De acuerdo, le agradezco que haya venido tan rápido, lo acompaño hasta la puerta.

-- Gracias Señor William.


Albert lo acompañó hasta la puerta de la mansión y se despidió del medico. Echo una mirada furtiva hacia las escaleras. Estaba preocupado el estado de salud de su pupila...
En realidad sabía que la llegada de Anthony la iba a poner un poco nerviosa, convengamos que hacía mucho tiempo que ellos no se veían y tanto ella como su sobrino habían cambiado mucho. Ambos habían crecido y cambiado, Candy se había convertido en una mujer muy hermosa y muy hacendosa y su sobrino en un joven de provecho, apuesto y serio.

Albert por su parte le estaría eternamente agradecido con Candy por haberle salvado la vida cuando aquella vez había perdido la memoria y por sobre todo por devolverle las ganas de vivir...
Albert sabía que la relación entre él y Candy se había vuelto demasiado estrecha, al punto de que muchos murmuraban cosas de ellos. Él no le prestaba atención a los chismes, a decir verdad no le importaban.

En realidad le costaba muchísimo acercarse de nuevo a ella. La verdad es que desde la época en que había estado viviendo con ella había empezado a sentir cosas por Candy y las había tratado de reprimir en su corazón, primero por lo de Terry y segundo por su sobrino. Estaba seguro que tipo de atracción que podía llegar a sentir Candy por Anthony, más al volver a verle después de tanto tiempo.

Candy había sufrido mucho cuando Anthony decidió irse con el padre para hacerle compañía luego del accidente del caballo. Tal vez desde entonces su cuñado se sintió con la obligación de acercarse más a su hijo, para no perderlo antes de tiempo como alguna vez perdió a su esposa. Luego Candy la había pasado muy mal cuando amorosamente le escribía y Anthony no le contestaba, tanto le dolió que ella pensó que le estaba molestando y al tiempo dejó de hacerlo.

Albert sabía muy bien a que se arriesgaba… pero Candy le necesitaba, ahora más que nunca y aunque tuviera que retener una vez más los sentimientos que habían crecido dentro de él, no podía dejar de ayudarla…
Se acercó lentamente a la habitación golpeando suavemente la puerta, al ver que nadie le respondió decidió entrar, a sabiendas de que ella aún seguiría dormida.
Acercó un sillón hasta el costado de la cama y se sentó, colocando sus manos cruzadas para sostener su cabeza y observándola con una mezcla de cariño y un dejo de preocupación.

En tan solo un año había cambiado bastante y su belleza había aumentado más desde que él le confesara ser el Tío Abuelo Wiliam. Su relación se volvió aún más estrecha que antes. Él era su compinche, su confesor y trataba de protegerla siempre, aunque eso enfureciera a la tía Elroy quien seguía sin aceptar a Candy. A pesar de todo lo que había hecho por Albert, esa era la única cosa que no había podido lograr.
Aunque lo intentara con todas sus fuerzas nunca pudo lograr que ellas dos se acercaran, mucho menos que la tía la aceptara, era casi su cuenta pendiente... De todas formas él seguía protegiendo a Candy y no dejaría que nadie la hiriese otra vez...

Se puso de pie y se acercó lentamente a la cama. Con su mano despejó de la cara de Candy un rebelde mechón rubio que la cubría ligeramente. El contacto con su rostro se sentía suave y cálido. No pudo reprimir sus ganas de hacerle unas caricias con el reverso de su mano. Candy sintió esa caricia suave en su rostro y se sintió protegida una vez más, como si conociera inconscientemente aquellas manos que la acariciaban y la protegían. Poco a poco fue despertando tranquila.
Cuando vio a Albert se emocionó, aún estaba perturbada por lo que le había pasado, con lagrimas en los ojos se echó a sus brazos.


-- ¿Albert? ¡Albert!... ¡Qué horrible pesadilla!... ¡Qué suerte que estas aquí a mi lado!

-- Cálmate Candy, no te preocupes más... Me quedaré aquí junto a ti -- Dijo él respondiendo al abrazo con cierta sensación de placer.

-- Pero... ¡Era Él... Era Él!... ¡Anthony!... Estoy segura que era Él -- Gimió ella

-- Debes calmarte... Te has dado un tremendo golpe al caerte de ese árbol, cuéntame que fue lo que te pasó... Despacio, dímelo todo.

-- Estaba sentada en el árbol, cuando vi un hombre y pensé que eras tú, pero... Era Él... Anthony... Es que... ¡Oh Albert!... Es que... ¿Acaso me estoy volviendo loca?

-- ¿De que hablas?... No te entiendo ¿Quien era él?

-- Anthony, mi Anthony... que huele a rosas, el hijo de Pauna, el Anthony que vi caerse de aquel caballo, mi Anthony -- Lloriqueó alterándose.

-- Por favor, quiero que te calmes y me escuches -- Susurró Albert enjuagándole las lagrimas con la palma de la mano y mirándola a los ojos.

-- ............ -- Candy parecía un pollito mojado en busca de protección que se acurrucó en aquellos brazos que mas de una vez habían guardado sus lagrimas de dolor.

-- Anthony no está muerto... No sé porque tú crees que sí. Tal vez el golpe te esté jugando una mala pasada, pero es así... Él se encuentra bien y está aquí en Lakewood

-- ¿Anthony está vivo? ¿Será eso posible? -- Se preguntó más tranquila dejando de llorar.

-- Si Candy, tal vez fue culpa mía, debí advertirte que él vendría... Pero quería darte una sorpresa y creo que la sorpresa me la he llevado yo con tu caída – Bromeó suave riendo para tratar de suavizar la situación y calmarla.

-- Mi cabeza da vueltas... ¡Qué daño me he hecho! --

-- Si mi pequeña tarzana, te has dado un buen golpe... -- Rió él.


Ante la mención de la palabra “Tarzana”, vino a la mente de Candy la voz de Terry diciéndole “Mi tarzana pecosa” y no pudo evitar sentir nostalgias por aquella persona que la llamaba así. Una lágrima de un dolor encerrado por mucho tiempo corrió por su mejilla.


-- Terry... -- Murmuró con una voz casi imperceptible pero que Albert escuchó.

-- Perdóname Candy... no me di cuenta... No hago más que traerte malos recuerdos cuando mi intención es consolarte, soy un tonto... -- Se reprochó Albert poniéndose de pie de golpe, jalando una de las cortinas y dando un golpe de rabia contra la pared.

Candy enjuagó su rostro y lo llamó suavemente.


-- ¡Albert! Ven por favor... No te preocupes, fue solo un recuerdo reprimido del pasado... No es nada grabe… pero si hay cosas que no entiendo... Sí Anthony estaba vivo, ¿dónde estuvo hasta ahora? --Preguntó llena de curiosidad.

-- En Europa... De viaje con su padre, ¿no recuerdas?... Después del accidente quedó mal herido y se estuvo recuperando en Ginebra por dos o tres años y luego viajó con el padre. Yo quería darte la sorpresa de que volvieran a encontrarse después de tanto tiempo... pero ya ves... la sorpresa me la diste tú.

-- Pero... ¿Cómo es que no recuerdo nada?

-- No lo sé querida Candy, solo sé que él doctor me ha dicho que recordarías todo poco a poco.

-- La cabeza me da vueltas...


Candy extendió su mano para que él la acompañara. Él se sentó en la cama a su lado y ella nuevamente lo abrazó con fuerza, casi podía oír el corazón de Albert, que latía con fuerza por debajo de aquel traje gris que ocultaba un joven hombre lleno de vida y con secretas ganas de contarle su verdad...


-- ¿Te sientes mejor? -- Preguntó dulcemente.

-- Un poco... Ya no sé que es verdad y que no... pero creo que de a poco me acostumbraré.

-- Lamento decirte que todo el Clan Ardley estará aquí en unos días, la Tía abuela llega mañana, así que deberás soportarla.

-- ¡Buf! ¡Que mala pata! -- Jugueteó riendo Candy y mirándolo con picardía.

-- Y se pondrá peor porque también vendrán los Legan ya que ella los ha invitado, lo siento pequeña no he podido evitarlo, aunque quise, me fue imposible evitar su desagradable visita -- Se excusó Albert.

-- No importa, siempre y cuando no me abandones por un solo momento...

-- No te preocupes... no lo haré, estaré siempre a tu lado es un honor para mí que mi pupila me acompañe y me enorgullezca, es un placer mostrar frente a toda la familia en la hermosa dama que te has convertido, eres una gran mujer Candy.

-- Gracias -- Dijo sonrojándose levemente pero muy feliz de saber que Albert estaba orgulloso de ella.

-- Aparte he invitado a Patty y a Annie para que te hagan compañía, y por supuesto Archie, Stear y Anthony también estarán contigo, como siempre.

-- ¿STEAR? -- Candy volvió a sentir que la habitación daba vueltas a su alrededor.

-- Si... ¿No me digas que también creías que Stear estaba muerto?.


La rubia pecosa no podía responder, ya no sabía que pensar. Sí era un sueño... ¿porqué no despertaba de una vez? Todo se ponía cada vez más extraño. Solo una cosa estaba igual siempre, su Albert era el mismo y eso la tranquilizaba.
Anthony y Stear vivos... Demasiado lindo para ser verdad... pensó.
Su cabeza ya no distinguía de la realidad que vivía y este que parecía un hermoso sueño.


-- Es mejor que te deje descansar, es demasiado para ti, aún no te recuperas bien... -- Habló preocupado por su reacción acerca de sus sobrinos...

-- Está bien Albert, me siento mejor... Solo me duele la cabeza y no recuerdo muchas de las cosas que me pasaron, pero lejos de eso estoy bien.

-- Mejor así, pero igual debes descansar, mañana será un día aún más duro que el de hoy.


Unos golpes en la puerta cortaron la conversación distrayéndolos, Albert se acercó hacia la puerta y salió al pasillo a hablar con alguien.


-- Tío... ¿Cómo se encuentra Candy? -- Preguntó un muchacho.

-- Mejor Anthony, está saliendo lentamente del Shock…

-- Me gustaría verla ¿Podría pasar? Ya es tarde y no quisiera irme a dormir sin saludarla y saber que está bien del todo – Insistió.

-- Mmmmm... No lo creo conveniente. Aún está muy shockeada... fue un golpe fuerte y perdió muchos recuerdos, entre ellos el tuyo.

-- ¡Por favor tío Albert! Hace más de ocho años que no nos vemos -- Rogó Anthony.

--Le voy a preguntar a ella si está en condiciones de verte ¿Esta bien? -- No podía negarse a su sobrino, menos cuando lo miraba con los mismos ojos que le ponía su hermana Pauna, sobre todo cuando deseaba que él hiciera algo que no quería.

-- Sí claro.


Albert volvió a ingresar a la habitación. Se sentía un poco celoso de su sobrino, él hubiera querido estar a solas con ella por un rato más, pero sería Candy quien debía decidir si ver o no a Anthony.

Sentía miedo que aquel viejo sentimiento entre ellos volviera a nacer. Era la primera vez en mucho tiempo que en su corazón sintió que podía llegar a perder a Candy...
Candy había querido realmente a Anthony cuando eran chicos y había sufrido mucho con su partida... no seria nada extraño que algo naciera entre los dos nuevamente. En ese momento la duda de algo lo atormentó ¿La sacaría Anthony de la tristeza que Candy sentía cuando se recordaba a Terry?... porque a pesar de sus largos esfuerzos el no había podido evitar que eso le sucediera...


-- ¿Quién era Albert? -- Preguntó Candy curiosa.

-- Es Anthony y quiere verte.


Ante la posibilidad de volver a encontrarse con él después de tantos años, su corazón se aceleró, el recuerdo de aquel amable joven entre las rosas la estremeció de la cabeza a los pies... Aquel quien había llegado a su corazón con tan solo su sonrisa... Sus mejillas se tornaron rojas, su corazón empezó a palpitar con violencia y el deseo inmenso de verle la ganó.


-- Tú decides ¿Qué quieres que le diga? -- Preguntó Albert.

-- Esta bien, dile que pase, quiero verle...

-- Como prefieras, si te sientes bien... Yo espero afuera, debes tener mucho que decirle después de tanto tiempo...

-- Sí gracias... ¡Ah Albert!... Ven por favor, acércate aquí -- Dijo llamándolo a su lado.


El se acercó hacia ella y Candy lo tomó del brazo atrayéndolo hacia sí, besándolo con ternura en la mejilla, susurrándole suave al oído - “Gracias” -
Esta acción tan simple llegó hasta el corazón del jefe del Clan Ardley, sintió que este latía con una fuerza inexplicable así que rápidamente se alejó de la habitación para no cometer la locura de confesarle todo en ese momento, que por otro lado no serviría para nada bueno.
Albert se alejó por el pasillo, otra persona golpeó la puerta desde afuera.


-- Adelante -- Habló ella con un dejo de nerviosismo en los labios, mordisqueándolos ligeramente.


Un joven hombre entró en la habitación, su cabello rubio parecía alumbrar la oscuridad de la misma, sus ojos eran azules aún más claros que los del mismo Albert, en realidad se parecían mucho, pero ciertamente no eran iguales y sobre todo por ese aroma, ese inconfundible aroma a rosas.


-- Hola Candy, tanto tiempo sin vernos... -- Dijo él acercándose y ella al fin pudo verlo frente a frente...


Continuara................

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